El convento de la Trinidad tiene una gran importancia histórica, ya que fue fundado en 1444 por María de Castilla, la que fuera consorte de Alfonso el Magnánimo y regente durante la larga ausencia de éste en Nápoles. María sería enterrada en el claustro de este monasterio.

En la construcción del convento intervinieron los maestros Francesc Baldomar y Francesc Martí Biulaygua. La portada de la iglesia, a la que se accede por un patio, es obra de Pere Compte y tiene un tondo de cerámica florentina que se atribuye a Lucca della Robbia. El interior de la iglesia fue renovado en el siglo XVII, dentro del gusto barroco.

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